La noche cambia el bosque. Las flores que esperan por alevillas
(mariposas nocturnas) y murciélagos para ser polinizadas despliegan sus pétalos
y liberan sus aromas. Protegidos por la oscuridad, miles de insectos salen a
comer, a volar y a cantar. Y cantan los coquíes, con el mismo propósito que los
insectos, para encontrar pareja y contribuir descendencia a la próxima
generación. Salen los ciempiés, los escorpiones y las culebras en búsqueda de
alimento. El cielo azul da paso a una bóveda negra repleta de estrellas. El
bosque se transforma en otro medio, carente de luz pero aún más diverso y
repleto de sonidos.
El
yagrumo hembra, o simplemente yagrumo, es nativo de las Antillas menos Jamaica.
Alcanza los setenta pies de altura, con tronco de dos pies de diámetro. Sus
hojas lobuladas, verdes por arriba y plateadas por debajo, miden hasta dos pies
y medio de ancho. Las flores son diminutas y se agrupan en inflorescencias que
parecen dedos. Las flores femeninas se convierten en miles de frutitas que son
consumidas por aves y murciélagos que riegan las semillas por todo el bosque,
permitiéndole colonizar rápidamente los bordes de los caminos y los claros que
se forman cuando caen otros árboles. La madera del yagrumo es muy liviana, su
único uso es proveer la tapa del tiple y del cuatro puertorriqueño.
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